Érase una vez...

Se llamaba Kiku y era un schnauzer 'mini' de color negro.
Fue el regalo de cumpleaños que le hicimos a mi madre tres años atrás y venía con un lazo de raso rojo y una tarjetita en la que se podía leer:

'Hola, soy Kiku y vengo para acompañarte un trocito del camino'

Nunca imaginé que su camino resultara tan corto...

Puedo deciros muchas cosas de él: era un cachorro despierto, divertido, ágil, cariñoso, travieso, obediente (cuando te ponías seria =), guapo, al que le encantaba el 'roastbeef' y... libre, sobre todo era libre.
Muchas otras todavía se me hace difícil compartirlas.

Un día, haciendo limpieza de armarios -con Kiku siempre rondando por ahí, claro-  encontramos varias prendas para dar y recuerdo haberle dicho a mi madre: 'qué pena toda esta ropa... ¿no la podríamos reciclar?'.
Y así fue como, con la tela de unas cortinas viejas, hice mi primer perrito.
Era feo y estaba mal cosido, pero tenía... algo.
Y ese 'algo' fue lo que me impulsó a hacer perritos de tela reciclada para regalar a todos los bebés (y no tan bebés ;) que nacían a mi alrededor.

Hasta que, de forma totalmente casual, me encontré haciéndolos por encargo =)


Y luego, esa fatídica noche, ocurrió... Kiku murió.
No pude coser durante mucho tiempo.

Hasta que un día llegó a mis manos 'Un corazón lleno de estrellas' de Alex Rovira.
Cuenta Alex en el prólogo que mientras su hija pequeña estaba ingresada -nació con problemas graves en el corazón- recibieron un paquete que les mandaba su editora en Japón.

Se trataba de un osito de peluche totalmente hecho a mano con retales de ropa. 

Venía acompañado de una nota en la que la editora les contaba que  su hija también había nacido con una rara enfermedad.
Pero como estaba convencida de que la fuerza que la había ayudado a superarla se encontraba todavía en la ropa que había vestido; su familia y ella habían cosido a mano el osito con retales de esos vestidos y por eso se lo mandaba a Alex, para que esa fuera también la fuerza de su hija Mariona.

Lo más curioso es que yo conocí hace unos años a Alex Rovira -por cierto, un ser encantador- de la forma más inesperada, ya que vino a mi casa con Robert... que es el criador de Kiku.

Así que, de alguna forma, todo lo que yo llegué a querer a ese animalito y todo lo que él representaba para mí se resume en mis 'Kikus'...

Y eso es lo que espero que transmitan =)